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"Darwin de joven" |
No sería desproporcionado sugerir que Darwin fue uno de los ciéntificos más dedicados que ha conocido la historia. Desde muy pequeño se advertía en él una vocación en el estudio de la naturaleza y obtenía una especial satisfacción en el descubrimiento de las distintas clases de pájaros e insectos que surcaban su jardín. Desde entonces, y para decepción de su padre, quien vanamente intentó orientarlo hacia la medicina o incluso el sacerdocio, el joven y curioso Darwin comenzaría a estudiar las ciencias naturales y entablaría relaciones con biólogos y geólogos, alcanzando así la cúpula de la comunidad científica inglesa.

Sin embargo, estas no fueron, ni mucho menos, los únicos estudios que Darwin llevó a cabo en esos 5 años de travesía; el científico recolectó una gran cantidad de fósiles y ejemplares, por no hablar de sus estudios en relación a la geología, que resultaron bastante importantes y famosos en su tierra natal.
Más tarde, ya en Inglaterra, en medio de una vorágine de más ensayos y de achaques de salud, la idea revolucionaria de la evolución iba cobrando fuerza en su mente. Sin embargo, consciente de que el creacionismo era una creencia dominante en la sociedad, e incluso en su mujer (que tenía unas fuertes convicciones religiosas) se reservó sus descubrimientos, dedicándose a un estudio más profundo de los mismos. No sería hasta que el biólogo Alfred Wallace publica un artículo sobre las especies cuando su amigo Lyell (un reputado geólogo) le anima a dar a conocer sus descubrimientos al detectar semejanzas entre lo expuesto por Wallace y las teorías evolutivas de Darwin. Es así como publica su obra más importante: El origen de las especies, un resumen de todos sus conocimientos sobre la evolución y la selección natural.

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Julian Huxley "el bulldog de Darwin" |
A pesar de todo (volviendo al siglo XIX), la teoría de la evolución sí que contaba con numerosos defensores, además del propio Darwin. Entre ellos estaban Lyell, Asa Gray (un reputado botánico estadounidense), Hooker y Huxley (apodado el bulldog de Darwin por su acérrima defensa de la teoría). En aquella época, toda la comunidad científica se hallaba sumida en numerosos y polémicos debates a favor y en contra. Uno de los más famosos ocurrió en 1860, en Oxford, durante una reuníón de la Asociación Británica de la Ciencia, donde intervinieron Hooker y Huxley. Por otra parte, Richard Owen, un firme detractor de la evolución, mantuvo con este último un intenso debate sobre las similitudes y diferencias entre los cerebros de humanos y primates, que habría de durar años. Hubo incluso partidarios de Darwin en el sector religioso (aunque fueron mucho, mucho más raros). Entre ellos se encontraba el teólogo liberal Charles Kingsley, quien afirmaba que la evolucíón reflejaba la perfección en la creación de Dios (ya que ésta se automejoraba), mientras que consideraba cualquier milagro como una negación a su existencia.

Así pues, Darwin se convirtió en un ejemplo perfecto de la investigador científico, pues expuso sus conclusiones enfrentándose tanto a sus propias ideas religiosas como a los prejuícios de la sociedad de su época, todo con la finalidad de que el ser humano se acercara un poco más a la verdad en su antiguo y accidentado esfuerzo por conocer qué es y cómo se organiza este mundo en el que vivimos.
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